Cada vez va habiendo una mayor incidencia en pre-adolescentes y adolescentes que están en riesgo o que sufren ya un trastorno de la conducta alimentaria.
Es por eso que los miembros de las familias: padres, madres, hermanos, abuelas, primos; sufren, se sienten impotentes, frustrados y con miedo a las consecuencias derivadas del trastorno.